El panadero Aimable Castenet acaba de instalarse en el pequeño poblado provenzal de Sainte Cécile, donde los habitantes,desde hace generaciones, mantienen enconos tan mezquinos como estúpidos. Desde la primera horneada, Aimable conquista a todos. Nunca habían comido un pan tan bueno. Aurélie, su mujer, se ocupa de la caja, silenciosa, con los ojos modestamente bajos. Pero una noche, Aurélie se fuga con Dominique, el pastor del marqués de Monelles. A partir de ese momento, Aimable, desesperado, no piensa en otra cosa que en emborracharse, pierde la cabeza y llega a pensar en colgarse. Nadie puede convencerlo de que se ponga nuevamente al frente de su horno.