sa llena de objetos encantadores, pero se siente demasiado sola. Su irritante hermano Max no deja de molestarla, y sus padres apenas le prestan atención. La víspera de Navidad su querido tío Albert le regala un muñeco de madera: un cascanueces. Esa noche, la imaginación de Mary consigue dotar de vida al muñeco, y éste emprende con Mary un viaje maravilloso hasta llegar a un mundo donde los juguetes tienen forma humana y todo es mucho