En apenas tres jornadas, dos jóvenes lituanos que dejaron su pueblo y dos chicas rusas, también disidentes, se encuentran en Kaliningrado y comparten un hotel y un departamento deshabitados. Pero la comunicación es imposible y, el contacto humano, improbable en esas condiciones. El realizador Sharunas Bartas pone la pieza inicial en su cadena de seres angustiados y escribe su primer, desasosegante capítulo sobre el vacío, una obsesión que será recurrente en su obra.