Betty Anne Waters es un auténtico ejemplo de estoicismo, solidaridad y entrega. En 1983, su hermano Kenny fue condenado a cadena perpetua por un asesinato que no había cometido. Por aquel entonces, Betty Anne, que trabajaba como camarera en un bar, era una mujer de 28 años divorciada y con dos hijos. Completamente convencida de la inocencia de su hermano, se puso a estudiar derecho y cuando terminó la carrera se convirtió en su representante legal. Tras superar innumerables dificultades, logró que lo exculparan gracias a un análisis de ADN que demostró su inocencia. (FILMAFFINITY)