El singular Doctor Herbert West, un eminente científico de mucho cuidado, cumple condena desde hace catorce años por ser el causante de la matanza de Miskatonic. Una tragedia provocada por extraños engendros, productos de sus experimentos sobre reanimación de organismos muertos. Para él, toda esa masacre es fácilmente justificable si es entendida como un daño colateral, inevitable consecuencia de cualquier proceso experimental. El resto de la sociedad no lo entendió así.