Se ha visto The Skywalk Is Gone (2002) como una obra bisagra en la obra del cineasta taiwanés Tsai Ming-Liang; un cortometraje que no sólo sirve para continuar lo emprendido en What Time Is It There? (2001) y abrir paso a The wayward cloud (2005), sino también para que Tsai se replantee su cine y su manera de entenderlo. En apenas veinte minutos es capaz de acercarse tanto a su obra precedente como plantear nuevos aspectos visuales, algo que confiere al corto una naturaleza muy concreta. Sin embargo, sus dos siguientes películas, la citada The wayward cloud y, antes que ella, Goodbye Dragon Inn (2003), siguen lo propuesto antes del corto, por lo que en caso de ser una obra de replanteamiento habrá que esperar a ver qué es aquello que nace en el futuro. A pesar de todo lo anterior, creo más conveniente acercarse a The Skywalk Is Gone atendiendo a ella como una obra independiente, como si sus personajes no hubieran nacido en What Time Is It There? ni continúen sus andanzas en The wayward cloud. Puede que esto se deba a mi propia relación con la obra de Tsai, en concreto con las tres películas citadas, ya que mi acercamiento a ellas se produjo de manera inversa a su supuesto desarrollo natural y eso implica que mi recepción primera del cortometraje, que en muchos aspectos se sigue manteniendo, sea diferente de haber visto primero el largometraje que le da vida a través de sus personajes y circunstancias. Tras conocer casi toda la obra de Tsai, The wayward cloud me supuso una decepción, enorme además, algo que se ha ido matizando posteriormente. Por eso, cuando, tras verla, me acerqué al cortometraje, confieso que me quedé fascinado, porque encontré en él, en sus escasas secuencias, algo que no había hallado en su última película y que no era capaz de rastrear del todo en las demás que, aún habiéndome gustado mucho, no se acercaban a un cortometraje de tal intensidad que casi es imperceptible.