Melodrama de fórmula que retoma la tradición fílmica del México de hace unas décadas, este largometraje del mexicano Fermín Gómez Luna se adentra en el Tepito fanfarrón, violento y delincuente: retrata a un barrio del contrabando, el narcomenudeo y la desolación que atrapa a muchos de sus habitantes. Así, en medio de pasillos de tianguis, vendedores ambulantes, callejuelas sucias y un ruido producto de gritos, motores de auto y sonidos irreconocibles, el director mira a través de "El Loco", un senil y desalentado indigente radiógrafo de la zona y su gente. José Luis y Jorge Ortiz, alias "el Tanque", son dos jóvenes gandallas deseosos de poder y dinero fácil. Jorge sale de la cárcel apadrinado por un político. El objetivo, adueñarse de la mafia encabezada por Reyes quien, solapado por la barriada, realiza impunemente robos a tiendas de autoservicio y camiones de carga, así como venta de drogas y de armas. Jorge y José trabajan para él. En un tono que raya en lo moralino, y con un elenco capitaneado por Luis Felipe Tovar, Tomás Gorós y Mauricio Islas, Gómez Luna intenta criticar cómo la falta de oportunidades y la corrupción en nuestro país orillan a delinquir a los jóvenes de zonas marginadas. La batalla por el control del territorio es la base de este argumento donde las traiciones, el entrecruzamiento de balazos y la vulgaridad verbal son el ingrediente sazonador. A decir de su autor, Don de Dios "habla del tráfico de enervantes, fayuca y todo lo relacionado con el barrio de Tepito; recupera el tradicional cine mexicano con situaciones cotidianas y reales que podrían ocurrir en cualquier parte del mundo".