Brigitte intenta por todos los medios que no le suceda lo mismo que a su hermana. Un día sufre un colapso y la policía la recoge pensando que se trata de una drogadicta. Ahora tiene otro problema, lograr salir del centro de rehabilitación antes de que la transformación finalice.
La continuación de Ginger Snaps nos presenta a una Brigitte completamente obsesionada por hacer frente a su irremediable transformación. La película se desarrolla de forma interesante y en ningún momento sufre parones en el ritmo. Las dosis de terror son menores que en la entrega anterior, pero se agradecen los sustos. El desenlace de la historia es lo más destacado de la película.